Se trata, aquí, de reflexionar acerca de la enigmática relación que guardan entre sí dos conceptos poderosos, a cuya aplicación parece que ya hemos renunciado: azar y destino. Mi intención es emplear este blog a la manera de un borrador, una suerte de investigación en marcha que mediante su visibilidad aspira a convertirse en costumbre. Es una manera de obligarme y de someter mis apuntaciones a prueba: no se escribe igual en el cuaderno propio que en un medio abierto al escrutinio ajeno, por más que éste pueda ser imaginario. No sin pedantería, entonces, convierto una meditación privada en una digresión pública -certificando así que el tránsito del gabinete a la red es una forma de exhibicionismo. En ese sentido, por lo tanto, esto es una capitulación. Y espero al menos que, no sirviendo a nadie para nada, pueda servirme a mí para algo. Aunque ya lo dudo.
lunes, 25 de junio de 2007
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